Eran cerca de 350 jóvenes que partían formando la XXXIV Marcha de la Juventud desde Cangas de Onís hasta el Santuario de Covadonga. Junto a ellos, el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, que, por primera vez, participaba en esta caminata anual que más tarde calificaría como el símbolo del «sí a la vida». Un 'sí' que «implica inevitablemente un 'no' a todo aquello que genere cultura de muerte, se llame aborto, se llame eutanasia o se llame una vida indigna de tanta gente que no tiene condiciones para vivir de una manera gozosa», atestó el prelado como lección a la juventud que le acompañaba ya en la Santa Cueva una vez concluida la marcha...
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